Sniace es una empresa con buenas previsiones, inmersa en una transformación hacia el sector energético, que antes de dos años generará el 80% de sus ingresos, quedando la actividad tradicional, la fabricación de celulosa, reducida al restante 20%. El grupo ha vuelto a beneficios en 2010 y realiza importantes inversiones para llevar a cabo esta transformación. En esta línea, ha previsto iniciar en el trimestre en curso la construcción de una planta de biocombustibles en Torrelavega.
Sus acciones han subido en 2011 más de un 40%, habiendo frenado su marcha en los últimos días, tras volver al primer plano de la actualidad los problemas medioambientales. Y es que el Tribunal Supremo ha confirmado la sanción de 601.012 euros, impuesta en octubre de 2008 por el Consejo de Ministros a la compañía, así como a indemnizar con de 344.246 a la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC), por un vertido realizado en 2006 en el río Saja a su paso por la localidad cántabra de Santillana del Mar.
La CHC revocó en junio del año 2006 la autorización de vertidos a Sniace y, seis meses más tarde, la compañía fue denunciada por un colectivo ecologista por incumplir la normativa. Una denuncia realizada mientras se tramitaba una autorización provisional. En medios cercano a la compañía se afirma que la sentencia del Supremo se produce a los pocos días de conocerse que Sniace había advertido recientemente a la Consejería de Medio Ambiente que desaparecería si ésta no le daba más tiempo para adaptarse a nuevas exigencias medioambientales.
La Consejería acordó el pasado mes de febrero instar a la empresa a adoptar medidas para corregir el mal olor en Torrelavega. Sniace, en su recurso, pide que se suspenda cautelarmente la resolución y se le conceda, como mínimo, un plazo de nueve meses para llevar a efecto dichas exigencias.
Un conflicto que los inversores confían en que se resolverá definitivamente en las próximas semanas y la cotización vuelva a reflejar las expectativas de las áreas de negocio, que son alentadoras, ya que los precios de la celulosa siguen en zona de máximos, al tiempo que la demanda de fibra se mantiene insistente, sin que parte de ella se desvíe hacia el algodón, lo que propicia subidas suaves pero continuadas de precios. Por el contrario, las previsiones energéticas son menos optimistas, pues sigue sin verse una salida de la crisis industrial.
Precisamente, esta situación provocó en 2010 una caída de los ingresos energéticos del grupo del 22% respecto a 2009, que ya había sufrido un retroceso del 17%. Esta situación provocó que estos ingresos, que venían suponiendo algo más del 50% de los totales, cayeran hasta representar sólo un tercio. Con todo, en el año 2010 el volumen de negocio creció un 16% con relación al año anterior, situándose en 127,8 millones de euros, en tanto que el beneficio se cifró en 4 millones de euros, tras haber registrado en 2009 unas pérdidas de 12,9 millones.
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